La Navidad, y sus efectos en la nutrición y el cerebro, es la relación que plantean los académicos del Departamento de Ciencias Clínicas y Pre Clínicas de la Facultad de Medicina UCSC, Paola Pinilla y Erik Álvarez, quienes se refieren a la relación entre esta festividad y la salud.
Durante los días festivos es probable pensar en el habitual abandono de la dieta y, por ende, el aumento de peso por efecto de la ingesta calórica. Y aunque esto es siempre un aspecto al que deba prestarse suma atención, hay otras asociaciones, recomendables de tomar en cuenta.
Recomendaciones de higiene
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere cinco claves para garantizar la “inocuidad” de los alimentos, es decir que sean seguros para el consumo humano. Son medidas simples, pero convenientes de recordar siempre. La primera clave es “agua segura”, que consiste en usar agua potable, tanto para beberla como para preparar los alimentos. Lo segundo, es el “lugar seguro”, se refiere a cuidar la higiene de las manos, de los utensilios de cocina, especialmente de las tablas de picar y de todo el espacio donde se preparan los alimentos. En tercer lugar, tenemos “cuidado con los alimentos crudos” (especialmente las carnes y sus jugos), dado que estos pueden contaminar los demás alimentos y los utensilios que los tocan; por esto es imprescindible separar el espacio en que se manipulan los alimentos cocidos de los crudos. La cuarta clave es “cocinar completamente los alimentos”, pues una buena cocción asegura la eliminación de microbios peligrosos para la salud, y aprovechar de recordar que el limón no cuece los alimentos. Finalmente está “la temperatura”, los microorganismos se multiplican velozmente a temperatura ambiente. Según la OMS la comida debe estar bien caliente o bien fría, ya que a estas temperaturas, los microbios no pueden reproducirse.
Asociación mental
Otro aspecto a considerar, es lo que pasa en el cerebro durante esta festividad. «Existe un estudio danés de 2015, se propuso localizar el “espíritu de Navidad” en el cerebro humano, para lo cual comparó imágenes de resonancia nuclear magnética de un grupo de personas que celebran la Navidad con otro que no lo hacen. Los investigadores refirieron la existencia de una «red de espíritu navideño» que involucra puntos de varias zonas del cerebro humano, entre ellas las que se asocian a la espiritualidad», comentó Pinilla.
Entonces, algo pasa en las personas cuando celebran la Navidad. “Si pensamos en lo positivo de las relaciones sociales para la salud de las personas, es esperable que una época como la navideña, donde las familias tienen oportunidad de reunirse e interactuar en un ambiente festivo, se reporten beneficios a la mayor parte de las personas. Pero hay más, la Navidad es una celebración propicia para ser generosos, hacer el bien y donde abundan las demostraciones de solidaridad y amor” indicó Álvarez. En este sentido, se han asociado las buenas acciones y la solidaridad con efectos positivos a nivel orgánico, particularmente con la reducción del estrés y el aumento de las endorfinas. También, se ve beneficiado el sistema inmunológico, lo que entre otros estudios se evidenció, analizando una muestra de saliva de jóvenes posterior a ver una película sobre la obra altruista de Santa Teresa de Calcuta.
“Estamos en vísperas de la Navidad, por todas partes encontraremos invitaciones a hacer el bien. Entonces le animamos a agregar algunas obras de misericordia y solidaridad a las que ya haya considerado: visite un enfermo, comparta con adultos mayores y done. Sí, done pañales a un hogar de ancianos (siempre faltan), done sangre o inscríbase como donante de órganos. Y sepa que, aunque en su intención de dar no espere nada a cambio, igual lo obtendrá, porque compartir con los demás, le hará muy bien a su salud” concluyó Pinilla.