El estudio, publicado en la revista científica Anagramas Rumbos y Sentidos de la Comunicación, apuntó a analizar la contribución del cine en la construcción de la identidad local.
Un total de once películas estrenadas entre 2010 y 2017 son las que se consideraron en la investigación “Fragmentos de identidad local en el cine de ficción rodado en la región del Bío Bío Chile”, en la que participaron los académicos de la Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales de la UCSC, Dr. Fernando Fuente-Alba y Dr. Oscar Basulto, junto a la estudiante tesista Shirley Moraga.
El estudio, publicado en la revista científica Anagramas Rumbos y Sentidos de la Comunicación, apuntó a analizar la contribución del cine en la construcción de la identidad local. Para ello los investigadores identificaron -a través de focus group en los que participaron periodistas, historiadores, antropólogos, entre otros- diez rasgos identitarios de la región del Biobío: enfrentamiento, diferenciación, identidad histórica, eje económico, identidad indígena, identidad occidental, campesino, capital cultural, catástrofes naturales, y carácter universitario.
Según explicó el Dr. Fernando Fuente-Alba, “esto nace de una inquietud de estudiar qué tanto el cine representa a la región, y lo hicimos a través de una metodología cuantitativas donde evaluamos si dichos rasgos estaban presentes o no. Seleccionamos películas que tuvieran como condición haber sido filmadas o producidas en la región del Biobío, pero no era necesario que el director fuera de la región. En este sentido vimos que sí hubo diferencias entre los directores que eran locales y los que no. Se determinó que la mayoría de los films sí poseen muchos de los posibles rasgos identificados y co-construidos en la zona”.
Las películas analizadas fueron “03:34 Terremoto en Chile” (2011) de Juan Pablo Ternecier; “Sentados frente al fuego” (2011) de Alejandro Fernández Almendras; “En las afueras de la ciudad” (2011) de Juan Pablo Valladares; “Matar a un hombre” (2014) Alejandro Fernández Almendras; “Gritos del bosque” (2014) de Jorge Olguín; “Huesos rotos” (2014) de Ricardo Mahnke; “Konün Wenu” (2014) de Francisco Toro; “Downhill” (2015) de Patricio Valladares; “Johnny cien pesos 2” (2016) de Gustavo Grief Marino; “Nublado, cubierto y lluvia” (2016) de Fernando Solís; y “Mentirita blanca” (2017) de Tomás Alzamora.
Radiografía de un momento
De acuerdo a lo concluido en el estudio, el 64% de las películas analizadas (7 de 11 películas) tenían presencia de uno o más rasgos identitarios, siendo predominantes aquellos relacionados con desastres naturales, seguido por el rasgo campesino y la identidad indígena.
El Dr. Oscar Basulto detalló que “el cine como medio de comunicación masivo, tradicional y de gran relevancia a través de la historia, no sólo permite representar realidades dentro de la sociedad, sino que a la vez construye realidades. Por esto, lo importante y distintivo del cine es la posibilidad de generar fragmentos de identidad o que haga referencia a la identidad cultural de una localidad. En este estudio no nos encontramos con las visiones identitarias más representativas de la región que habíamos recogido a priori, lo que también nos habla de que las identidades que se representan quedan atrás respecto del momento histórico que estamos viviendo, lo que nos hace reflexionar respecto de la flexibilidad y dinamismo que poseen las identidades culturales, siempre cambiantes, siempre inestables, siempre configuradoras de nuevas estructuras en los procesos sociales dinámicos y permanentes que vivimos en nuestras comunidades”.
Lo anterior lo reafirma el Dr. Fuente-Alba, quien señala que se trata de una realidad dinámica: “esta es una investigación que habla del cine producido en un periodo acotado (2010-2017), pero esta realidad cambiante, en que en la actualidad combinan movimientos sociales con la pandemia, va a cambiar los rasgos identitarios preponderantes. Lo que hicimos fue una ‘fotografía’ de un momento”.
En este sentido, el Dr. Basulto añadió que “el valor fundamental de este estudio, es entender que no nos podemos quedar enraizados en ciertos rasgos tradicionales. La tradición es un elemento que nos permite tener un punto de partida, una base para reflexionar sobre lo que somos como comunidad, pero que en ningún caso limita las posibilidades expresivas o de construcción de nuevas identidades regionales o formas de configuración de las relaciones humanas. Estamos en un proceso de cambio permanente y creo que en eso el cine siempre va a tener mucho que decir en representar y co-construir una realidad social a partir de un momento histórico, un hito social determinado”.
La investigación completa está disponible aquí.