Investigación publicada en el libro “Women’s Football in Latin America” analizó la influencia del Mundial Femenino de Fútbol Sub-20, realizado en Chile en 2008, en la evolución del deporte en la categoría damas.
El fútbol es un deporte que mueve multitudes, pero cuando se trata de mujeres disputando partidos, el apoyo sigue siendo menor en comparación con las ligas masculinas. A lo largo de la historia, el fútbol femenino ha enfrentado diversas barreras, incluyendo discriminación y sexismo, pero el avance logrado en los últimos años permite vislumbrar un deporte inclusivo y en equidad de condiciones.
Al menos así lo espera el académico de la Facultad de Educación de la UCSC, Dr. Carlos Matus, quien participó en el libro “Women’s Football in Latin America. Social challenges and historical perspectives vol. 2. Hispanic countries”, publicado por la prestigiosa editorial británica Palgrave Macmillan y coordinado por los investigadores Jorge Knijnik y Gabriela Garton, con el capítulo “El Fútbol femenino en Chile: Impacto de la Copa del Mundo sub 20 FIFA 2008 en la participación de mujeres chilenas en el deporte”.
El texto elaborado por el académico de la UCSC junto a un investigador de la Universidad de Concepción y una investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, hace énfasis en la importancia del Mundial de Fútbol femenino sub 20 que se realizó en 2008 en Chile y que significó un impulso para la participación y desarrollo de este deporte jugado por mujeres.
“En Chile se viene jugando el fútbol femenino masivamente en los últimos 10 años, pero el punto clave fue el Mundial de 2008, donde incluso a raíz de este evento se remodelaron completamente muchos estadios, entre ellos el Nelson Oyarzún de Chillán”, señaló el Dr. Carlos Matus.
De acuerdo al investigador, en el capítulo se hizo un recorrido histórico sobre cómo ha sido el desarrollo del fútbol femenino en Chile desde el nacimiento de los primeros clubes a inicios de 1900. “La primera Asociación de Fútbol Femenino en Chile se crea en 1919, y desde ahí comienza a surgir asociativamente el fútbol femenino, pero de manera muy marginal. Más tarde, en la década de los 80, empiezan los campeonatos nacionales, pero siempre afectados de prácticas discriminatorias y en menores condiciones que el fútbol masculino. Posteriormente, Chile tiene su participación en la Copa América Femenina de 1991, que fue el primer torneo de este tipo para equipos femeninos. Pero es el Mundial de 2008 el que significó el gran salto para las jugadoras chilenas”, detalló.
El impacto de este hito se materializó, por ejemplo, en la clasificación al Mundial de Fútbol de Francia 2019 y a los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020, así como también la importancia de Christiane Endler, quien “ha sido muy relevante, haciendo atractiva una posición (portera) que no suele ser la favorita”.
Avanzar a una real equidad
El investigador de la UCSC explicó que Chile está dentro de los países de Latinoamérica con un buen desarrollo del fútbol femenino, después de Brasil, Argentina y Colombia, aunque no es comparable con el alcance que tiene el fútbol masculino.
“Hay un tema cultural detrás de la práctica del fútbol femenino, porque antes este deporte se asociaba fuertemente a la masculinidad y a la toma de decisiones exclusivamente de hombres en una disciplina femenina, también existían estereotipos en las mujeres que lo practicaban. Afortunadamente, se ha avanzado en reducir esas barreras y prácticas, producto de la masificación que ha tenido el fútbol femenino. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer”, sostuvo el académico.
Para el Dr. Matus, reducir las brechas de género es un proceso largo, pero el fútbol va camino a eso: “en octubre de 2022, entró en vigencia la ley 21.436 que, entre otras cosas, plantea la obligatoriedad de tener contratos a las futbolistas que defienden a los clubes. Esto se suma a los lineamientos de la Conmebol respecto a contar con secciones o ramas de fútbol femenino en los clubes que participan de sus competiciones; además, se empezaron a masificar las escuelas de fútbol femeninas o mixtas, donde participan niñas y adolescentes”.
“Son cambios que van a ir dando frutos con el tiempo, pero también juegan un rol clave varios actores (clubes, Federación de Fútbol de Chile, y autoridades políticas), que tienen que ver con la promoción y visibilidad del fútbol femenino, que es un deporte que puede convocar mucho más, tanto a nivel de práctica como de asistencia a disfrutar y ver partidos; así como también a aumentar la televisación de fútbol femenino. Por otra parte, va a ser necesario ir viendo cómo esta ley del fútbol femenino va a impactar en los sueldos y cómo se va a avanzar hacia una real equidad”, añadió el investigador de la Facultad de Educación.