La nutricionista de la Facultad de Medicina, Mariel Lobos, abordó este tema que afecta al 10% de la población mundial que posee alguna enfermedad renal crónica.
El segundo jueves de marzo se conmemora el Día Mundial del Riñón, buscando generar conciencia sobre la importancia de este órgano y sus funciones, con el objetivo de prevenir las enfermedades renales que afectan a la población. Así lo comentó la nutricionista y académica de la Facultad de Medicina, Mariel Lobos, quien explicó que el lema elegido por el Comité Directivo del día Mundial del riñón para este año es “Aumentar el conocimiento para mejorar el cuidado renal”, dirigido tanto a la población general como también a los equipos clínicos, puesto que el 10% de la población mundial está afectada por la Enfermedad Renal Crónica, una asesina silenciosa que afecta a personas de todas las edades y razas.
La docente que pertenece al equipo PROSALUD de la Universidad manifestó que la detección temprana permite la atención y el manejo de la enfermedad para ayudar a prevenir la morbilidad y la mortalidad que continúa aumentando cada año y se prevé que sea la quinta causa principal de muerte para 2040.
“Debemos estar atentos principalmente a factores de riesgo como las hiperglicemias sostenidas en personas diabéticas de larga data, al mal control de la presión arterial, la presencia de malnutrición por exceso, el hábito tabáquico, personas con antecedentes familiares de enfermedad renal, factores que favorecen a la progresión de la enfermedad renal”, manifestó Lobos.
La enfermedad Renal Crónica, puede detectarse con un simple examen de sangre para medir el nivel de creatinina sanguíneo o un análisis de orina para comprobar la presencia de proteinuria. Estudios necesarios, pues esta enfermedad suele ser silente en sus primeras etapas.
“Una persona puede haber perdido el 90% de su función renal, antes de presentar algún síntoma. Esta pérdida de la funcionalidad del riñón es irreversible y en etapas tardías, es posible que se presenten manifestaciones clínicas no específica de la enfermedad, lo que puede retardar su diagnóstico, como por ejemplo: desbalance óseo mineral e hídrico, anemia, fatiga, debilidad, problemas de sueño, sintomatología gastrointestinal, que pueden en su conjunto favorecer a la disminución de la ingesta de alimentos y por ende al deterioro del estado nutricional de la persona con Enfermedad renal crónica, por el alto riesgo de presentar desgaste proteico energético, que aumenta el riesgo de morbimortalidad en estas personas”, manifestó la nutricionista renal.
8 reglas de oro para reducir el riesgo de Enfermedad Renal crónica:
1.- Mantenerse en forma y activo
2.- Seguir una dieta saludable
3.- Controlar permanentemente niveles de glucosa en sangre.
4.- Controlar permanentemente la presión arterial.
5.- Mantener una ingesta de líquidos adecuada.
6.- No fumar.
7.- No automedicarse, ni consumir antiinflamatorios ni analgésicos de manera regular.
8.- Chequear la función renal si se presenta uno más factores de “Alto Riesgo”, como: diabetes, hipertensión arterial, obesidad. Estos últimos considerados potencialmente modificables, en los cuales la participación de él o la Nutricionista a través de una intervención nutricional personalizada, puede enlentecer la progresión de la Enfermedad Renal crónica, como pilar fundamental en el manejo interdisciplinario de esta enfermedad.