Actividad física programada en preescolares mejora habilidades motoras

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Estudio en el que participaron académicos de la Facultad de Educación evidenció los efectos positivos de usar el juego como una herramienta para mejorar la condición de los menores.

Casi no hay niño o niña que se resista a participar a una sesión de juegos. ¿Y si ese juego estuviera compuesto por intervenciones basadas en circuitos guiados de ejercicio? Esa fue la pregunta que se hicieron los autores de un estudio que se publicó en la revista especializada en educación física, deportes y recreación, Retos, donde participaron los investigadores de la Facultad de Educación de la UCSC, Dr. Carlos Matus y Dr. Felipe Poblete.

El artículo “Impacto de la actividad física programada sobre el rendimiento motor de preescolares” (Impact of scheduled physical activity on motor performance in preschoolers) evidenció que la actividad física programada, usando el juego como herramienta, es una buena estrategia para mejorar los patrones motores esenciales relacionados con el normal desarrollo y, con ello la condición física, y de salud de niños y niñas.

El estudio comparó el efecto de una intervención de 12 semanas, mediante la ejecución de circuitos de actividad física, sobre el rendimiento motor en preescolares (niños y niñas de entre 4 a 6 años), divididos en dos grupos de acuerdo a su estado nutricional: normopeso y sobrepeso/ obesidad.

“El procedimiento consistió en capacitar a educadoras de párvulo de Los Ángeles a través de juegos que involucraban motricidad gruesa (desarrollo de habilidades locomotoras, manipulativas y de estabilidad), principalmente superación de circuitos, donde los niños necesitaban superar obstáculos, saltar, agachar y atrapar pelotas, entre otros, en sesiones de una hora. El cien por ciento de los niños mejoró su desarrollo motor y al someterlo a análisis estadístico, la mejora fue significativa”, explicó el Dr. Felipe Poblete, jefe de carrera de Pedagogía en Educación Física.

Beneficios

De acuerdo al académico de la UCSC, “hace más de diez años estamos estudiando la motricidad infantil y nos dimos cuenta de que los niños y niñas tienen un desarrollo motor grueso bajo a lo esperado a su edad. Pero luego nos dimos cuenta que, a nivel de diagnóstico, los niños tienen mejor desarrollo motor grueso en habilidades locomotoras que manipulativas; mientras que las niñas tienen mejores habilidades manipulativas que locomotoras, lo que obedece al tipo de juego que hace cada uno”.

“Además, nos dimos cuenta de que niños y niñas de zonas urbanas tienen peor desarrollo motor grueso que aquellos que son de zonas rurales, lo que se debe al desarrollo en los espacios en que se desenvuelven. Esto nos llevó a determinar que se debe hacer programas de intervención para mejorar las habilidades que tengan disminuidos niños y niñas de zonas rurales y urbanas, con planes de intervención específicos y direccionados”, añadió el Dr. Felipe Poblete.

El equipo se enfocó en preescolares debido a que lo que se buscaba era evidenciar el beneficio del juego para mejorar el desarrollo motor o el esquema corporal, con efectos positivos a nivel cognitivo y de rendimiento.

«Con este estudio pudimos ver que niños y niñas en categorías muy bajas de desarrollo motor grueso, luego de la intervención quedaron a nivel de su edad o superior. El trabajo lo estructuramos con 20 a 25 minutos de juego libre con distintos materiales a su disposición, y posteriormente comenzaban las actividades en circuito que abordaban equilibrio, salto y carrera», agregó.

La investigación tuvo entre sus resultados, la demostración de que existen mejoras significativas en el rendimiento motor del grupo normopeso, específicamente en equilibrio, salto y carrera. En el caso de del grupo con sobrepeso/obesidad, solo hubo una mejora en la carrera.

Si bien la percepción de los niños no fue medida ni incluida en el artículo, de acuerdo al investigador de la UCSC “lo que vimos en las sesiones es que había mayor disposición de los niños y niñas, mayor capacidad de relacionamiento entre ellos y una alegría, en términos de querer participar en esta cultura de movimiento. Acá demostramos la importancia del juego, que es un mecanismo madre, presente incluso antes del lenguaje. Personalmente, no concibo otra manera de anclar aprendizajes que no sea jugando”.