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Los desafíos que dejó la pandemia en el proceso educativo y de aprendizaje

Por Camila Meza Sparza

Según datos entregados por el Ministerio de Educación, la pandemia por covid-19 podría traer como efecto una pérdida de 0,3 a 0,9 años de escolaridad ajustada por calidad, reduciendo los años efectivos de escolaridad básica que los estudiantes logran durante su vida de 7,9 años a un rango de 7 a 7,6 años.

Para las comunidades educativas el confinamiento fue un periodo complejo en relación con los procesos de enseñanza y aprendizaje, ya que los profesores tuvieron que poner un esfuerzo adicional para cambiar su forma de enseñar, aprender nuevas estrategias y usar recursos menos tradicionales.

Así lo afirmó la Jefa Departamento de Didáctica de la Facultad de Educación de la UCSC, Dra. María Eugenia Soto, quien manifestó que “este tiempo ha dejado distintas consecuencias tanto para niñas y niños como para jóvenes. Dentro de estos aspectos, tal vez la dificultad mayor se vio al momento en que debían enfrentar sus procesos de aprendizaje, ya que las clases online no permitieron interacciones docente-estudiante y aquellos que presentaban problemas de aprendizaje o de concentración, sin un impacto concreto”.

En el caso de niños pequeños (niveles transición y primer ciclo básico) esta dificultad afectó, por ejemplo, el proceso de aprendizaje de la lectura y escritura, retrasando en ellos habilidades del lenguaje oral y escrito. Así también, en los jardines infantiles, se observó un retraso en el lenguaje oral expresivo, en habilidades sociales, autonomía e independencia.

¿Cómo enfrentarlo?
“De regreso a las aulas en forma presencial es necesario contar con el compromiso de las y los docentes, directivos y toda comunidad educativa, para avanzar en los vacíos que fueron quedando, que marcan aún más la brecha entre colegios públicos y privados. El uso de estrategias tanto individuales como grupales, como, por ejemplo, retomar en forma progresiva las habilidades fundantes de la lectura inicial, complejizando paulatinamente durante el primer semestre el desempeño esperado para niños y niñas, de tal forma de dar continuidad a los aprendizajes que pudieron haber alcanzado”, indicó Soto.

Entonces, se convierte relevante que las familias estén informadas de la situación desventajada de sus hijos, asumiendo el compromiso de cooperar en casa, acorde a las sugerencias que entreguen sus docentes. Las madres, padres y tutores pueden apoyar en casa el proceso, favoreciendo, por ejemplo, la formación de hábitos de estudio, permitir conversaciones familiares con alta participación de niñas, niños y adolescentes.

“Resulta igualmente importante que los establecimientos tengan claridad de aquellos niños, niñas y adolescentes que inician el año escolar en desventaja, de tal forma de coordinar, junto al equipo de profesionales y docentes, medidas que permitan la rápida nivelación de los más descendidos, liderados por un equipo directivo y técnico-pedagógico que promueva la toma de decisiones e implementación de medidas contextualizadas a la realidad de cada centro educativo, los estudiantes y sus familias. La pandemia mostró otras posibilidades para favorecer el aprendizaje, las y los docentes cuentan hoy con herramientas tecnológicas que facilitan el aprendizaje en el aula, es importante continuar con ellas y dejar modelos de enseñanza más tradicionales”, finalizó la académica.