Existen competencias que se desarrollan en situaciones climáticas extremas como el calor, humedad y/o altitud; en las cuales, sin los cuidados, precauciones, recomendaciones médicas y sin períodos de aclimatación adecuados, existe un mayor riesgo a sufrir descompensaciones como “golpes de calor”, deshidratación severa o la aparición del “Mal de altura (puna)” que puede llevar incluso a la muerte. Para el caso de la altitud, salvo los montañistas, la mayoría de los deportes se realizan bajo los cuatro mil metros, que es considerada una altura “límite” para la práctica deportiva segura, especialmente con un alto componente aeróbico, donde la disminución del rendimiento puede llegar al 25% a 30%.
El calor extremo, como los partidos que se juegan en el Abierto de Australia o en verano en las diversas competencias, sumado a ambientes con una alta humedad, son clínicamente mucho más peligrosos que una competencia realizada a 3500 metros de altura, producto que las descompensaciones y las consecuencias son mucho más graves que las que se pueden generar a los 3 mil 500 metros de altitud, las cuales son manejables clínicamente.
Hay que dejar claro que para referirnos a los cambios fisiológicos que se dan en situaciones de hipoxia o condiciones extremas son, el concepto adecuado es aclimatación, que corresponde a las respuestas transitorias y agudas que el cuerpo produce ante la exposición a la altitud, frío o calor. En tanto, la adaptación hace referencia a los cambios anatomo-fisiológicos que necesitan mucho tiempo y que se van fijando genéticamente volviéndose permanentes permitiendo a los seres vivos vivir en altitud, frío o calor sin necesitar de generar cambios agudos en su organismo.
Las mediciones de una gran cantidad de variables clínico-fisiológicas a los deportistas han permitido mejorar la condición física y a la vez, minimizar las consecuencias negativas para el rendimiento físico que implica realizar deportes de alta exigencia en situaciones extremas (frío, calor, humedad y/o altitud). Para el caso de la altitud, la utilización de cámaras de hipoxia normobáricas (disminución del porcentaje de oxígeno, pero a igual presión atmosférica) o cámaras de hipoxia hipobáricas (disminución de la presión atmosférica y la presión parcial de O2).
Dependiendo del tamaño de la cámara, ya sea del tamaño de un saco de dormir o lo suficientemente grande para instalar una trotadora, los deportistas se pueden someter a sesiones de aclimatación a la altitud y/o sesiones de entrenamiento y evaluar su respuesta a la hipoxia.