Iglesia hoy y anuncio de Cristo: Una Iglesia pobre para los pobres


Recientemente hemos vivido las V jornadas de Teología en nuestra Universidad, bajo el título “Iglesia hoy y anuncio de Cristo”, donde diferentes especialistas del país han aportado trabajos sobre esta temática. El Papa Francisco ha dicho “¡Ah, cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”, como una de sus primeras enseñanzas, a 3 días de su elección como Pontífice, el 16 de marzo de 2013. Estas palabras han marcado la línea programática de su magisterio. El tema de los pobres está en el centro mismo de la predicación de Jesús. La primera bienaventuranza va dirigida a los pobres que son los destinatarios del Reino. “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 5,3). El pobre (del griego ptojoi) de la bienaventuranza es el que tiene puesta su confianza y por tanto su vida en Dios y no en las seguridades materiales. Porque como dice el mismo evangelio de Mateo en boca de Jesús que “nadie puede servir a dos señores…No se puede servir a la vez a Dios y al dinero” (Mt 6,24). El mismo Jesús se hizo pobre para los pobres. San Pablo lo enseña muy bien en la carta Filipenses y en la segunda a los Corintios. En el himno de la Kénosis se nos dice sobre Jesús que: “No hizo alarde de ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo y tomó la condición de esclavo” (Flp 2,6). Y en 2Cor: “Siendo rico, por ustedes se hizo pobre para enriquecerlos con su pobreza” (2 Cor 8,9).

Como recepción de la renovación eclesial del Concilio Vaticano II, las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano han asumido el compromiso por el pobre, especialmente en Medellín (1986) con “la opción por los pobres”; y en la tercera conferencia de Puebla (1979) con la “opción preferencial por los pobres”. El Papa Francisco desarrollará explícitamente esta idea programática de una Iglesia pobre para los pobres en su exhortación apostólica Evangelli gaudium (cf. EG 53-60, 197-291) y en sucesivos documentos donde hace un fuerte llamado al compromiso cristiano por el hombre en una cultura “del descarte”, donde la Iglesia debe llegar a todos, especialmente a las “periferias existenciales”, siendo fiel a su centro que es Cristo. El cardenal Walter Kasper ha dicho que “el Papa Francisco está convencido de que únicamente podremos superar la acedia, la fuerza paralizante que tira de nosotros hacia abajo, y recuperar la mirada hacia lo alto y el impulso espiritual si, como Iglesia pobre para los pobres, recobramos la alegría y el impulso del Evangelio y ponemos nuestra esperanza en Dios y su providencia” (W. Kasper, El Papa Francisco, Sal Terrae 2015). Como Iglesia de hoy, necesitamos tomarnos en serio esta enseñanza del Papa, para poder comunicar a otros, la alegría del anuncio de Cristo.