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Benedicto XVI, el Papa del acontecimiento cristiano

Por Presbítero Agostino Molteni, académico Instituto de Teología UCSC
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Benedicto XVI podría ser definido como el Papa que más ha insistido en la proclamación del acontecimiento cristiano. Ha ejercido este Magisterio con la única misión de custodiar el depósito de la fe (1 Tm 6, 20; 2 Tm 1, 12) para que cada cristiano, como decía san Pablo, tuviera una fe sana (ut sani sint in fide: Tt 1, 13), una fe no desviada en un “pensamiento corrompido” (1 Tm 6, 5), estéril e inútil no solo para los mismos cristianos, sino para los demás hombres.

Es para cumplir esta misión que Benedicto XVI ha insistido sobre la necesidad de reconocer el acontecimiento cristiano, el de Cristo y de la fe. Cuando era aún profesor de teología había escrito en 1972, en la que consideramos una de sus más significativas obras: “Jesús hombre es Dios. A juzgar por esta formulación, la esencia del cristianismo estaría en un «es», es decir, en una afirmación ontológica. El «es» del Concilio de Calcedonia implica un acontecimiento histórico: el hacerse hombre de Dios, el sarx egeneto, es la condición de posibilidad del doble homousios de Calcedonia (de la misma sustancia del Padre y de la misma sustancia del hombre) y de la metafísica teológica que estas expresiones implican. El Dios bíblico (…) no es el ser sin tiempo, sino aquel que es potente en el tiempo, cuyo ser nos es accesible solo en su actuar” (Teología e historia. Notas sobre el dinamismo histórico de la fe).

Las últimas palabras de este textos (“el ser de Dios es accesible solo en su actuar”) describen perfectamente la naturaleza del acontecimiento de Cristo: Cristo es Dios que se hace imputable por los actos con que él ha pensado hacerse hombre y estar con los hombres como hombre. De este modo, el mismo criterio de conocimiento-pensamiento proclamado por Cristo: “el árbol se conoce por los frutos” (Lc 6, 44), no solo vale ante todo para él, sino que ha sido indicado como el método para que el hombre pueda reconocerlo y amarlo.

En este sentido, la insistencia sobre el acontecimiento de la imputabilidad de Dios en Jesús, vale también para la fe cristiana que es propiamente un acontecimiento en cuanto implica la imputabilidad del cristiano por sus frutos-beneficios producidos en la relación con los hombres. A este propósito, en la carta apostólica Porta fidei con la que convocaba al Año de la fe en 2012, Benedicto XVI ha escrito: “Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común”. Esto significa que el peligro más grave para una fe cristiana sana, y ante el cual el Papa Benedicto XVI ha puesto en guardia a los cristianos modernos, es el de considerar el encuentro y la relación con Cristo como algo presupuesto, preocupándose, por un lado, solo en dedicarse al compromiso social, cultural, político.

Por otro lado, considerar el encuentro y la relación con Cristo como algo presupuesto puede llevar también a otro grave riesgo, el de pensar ser cristiano en cuanto se está comprometido en actividades eclesiales. Por ello, en un discurso de 1 de septiembre de 1990, el entonces cardenal Ratzinger decía: “Puede suceder que alguien ejercite ininterrumpidamente actividades asociacionistas eclesiales y, sin embargo, no sea de ningún modo cristiano; y puede suceder que alguien que viva simplemente de los Sacramentos y practique la caridad que viene de la fe sea un verdadero cristiano sin haber jamás participado en comités eclesiásticos, sin jamás haber hecho parte de sínodos”.

A este propósito, en el Documento conclusivo de la Conferencia de Aparecida de 2007, leemos que “a todos nos toca recomenzar desde Cristo” y, para que esto acontezca, se señalan las decisivas palabras de Papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.