Juan Pablo II, el Santo de la Paz - UCSC
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Juan Pablo II, el Santo de la Paz

Por Hernán Varela Valenzuela, académico UCSC
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La Iglesia Católica cuenta ahora dos nuevos santos, los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Ciertamente el segundo de ellos tiene importancia particular y  directa para Chile al jugar su rol de especial trascendencia para lograr que se alcanzara el entendimiento y la paz con Argentina. El grave conflicto de 1978 tuvo alivio cuando finalmente se solicitó por los dos gobiernos la mediación papal, gestada con la venida a esta región del sur de América del cardenal Antonio Samoré como enviado de Juan Pablo II. La memoria del cardenal perdura en el recuerdo de quiénes intervinieron en el proceso y de muchos chilenos y argentinos, a pesar de que muriera antes que éste concluyera con éxito.

De cualquier forma, tuvieron que transcurrir casi seis años para se alcanzara un final exitoso con la celebración del Tratado de Paz y Amistad firmado el 29 de noviembre de 1984, que en definitiva entró en aplicación el 2 de mayo de 1985. Justamente en el presente 2014 se cumplirán treinta años desde que tal acuerdo se materializara, al suscribirse en la Sala Regia de El Vaticano por los cancilleres Jaime del Valle de Chile y Dante Caputo de Argentina, convirtiéndose en el instrumento de la paz binacional.

Hay que subrayar, ciertamente, la voluntad conjunta expresada categóricamente en el contenido de dicho Tratado, que comienza señalando textualmente: “Las Altas Partes Contratantes, respondiendo a los intereses fundamentales de sus pueblos, reiteran solemnemente su compromiso de preservar, reforzar y desarrollar sus vínculos de paz inalterable y amistad perpetua”. En el articulado del convenio internacional se establecen normas específicas sobre solución de eventuales controversias futuras, sobre delimitación marítima austral, cooperación económica e integración física, colocándolo finalmente “bajo el amparo moral de la Santa Sede”.

La visionaria acción del entonces Papa, hoy nuevo santo de la Iglesia, que desde su muerte por lo demás, ha sido venerado como por tal por los católicos de todo el mundo, al atender e impulsar con energía el desarrollo del proceso mediador cobra aún mayor trascendencia para los dos países hermanos y vecinos.  Chile y Argentina no podrán olvidar jamás, porque para ambos es ya parte de su historia patria, la resuelta, oportuna y muy valiosa intervención  de Juan Pablo II, que evitó lo que pudo haberse convertido en la locura de una inconcebible guerra fratricida, entre países que desde el tiempo de su Independencia forjaron, en los propósitos y en los hechos, una sólida vecindad, amistad y cooperación.  Por ello, San Juan Pablo II entra también a formar parte fundamental de su historia conjunta.

hvarelaHernán Varela Valenzuela
Profesor titular de Derecho Internacional
Universidad Católica de la Santísima Concepción